
Las paredes son un elemento fundamental de nuestros hogares. Ellas hacen las veces de ejes divisorios entre ambiente y ambiente, dicen lo que está adentro y lo que está afuera, en definitiva: posibilitan el interior y el exterior, la intimidad y la publicidad. Pero no solamente son lo que hacen, sino que también son lo que son. Esta críptica formulación podría entenderse cuando afirmamos que las paredes no solamente tienen valor por su utilidad práctica sino también por su capacidad de llamar la atención de la percepción y detener la mirada del contemplador en una visión estética.
Las Paredes
Entonces, decíamos, que las paredes son elementos fundamentales para trazar ejes divisorios entre ambientes. Puesto que sin las paredes nuestra imagen de un hogar con tantos dormitorios, una cocina, algunos baños, etc., sería imposible. Las paredes deben ser de un material lo suficientemente resistente como para que los golpes no las destruyan, y a su vez, deben ser gruesas para que los sonidos no traspasen de ambiente a ambiente.
Pero también, decíamos, las paredes deben poder llamar nuestra atención, de manera que una textura, una terminación, etc., nos permitan detenernos en ellas y contemplarlas por el simple placer de su aparecer.
Esto último es el aspecto estético de las paredes, y para que sea posible es necesario realizar todo un trabajo de artificio en ellas a los fines de que no pasen desapercibidas. A continuación comentaremos algunas estrategias para que esto sea posible: desde la pintura, pasando por el revestimiento, hasta llegar al trompe l’oeil.
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